Cómo desarrollar una alta autoestima en los niños
Una de las mejores inversiones en la educación de nuestros hijos es ayudarles a tener una autoestima alta. Os preguntaréis: ¿Cómo?, ¿Qué puedo hacer? Aquí os doy una serie de pautas:
Controla tus expectativas sobre tu hijo
Todos tenemos expectativas, (las expectativas tienen que ver con los deseos, ilusiones, frustraciones… de los padres) sobre nuestros hijos. ¿Quién no ha fantaseado alguna vez con mi hijo será de mayor…? Sostener, controlar, no dar rienda suelta a nuestras expectativas, ayudará a nuestros hijos a sentirse libres y a escribir su propio camino. No se sentirán exigidos u obligados a tomar la elección del padre o de la madre, ni a cumplir con las expectativas del adulto.
Quiere a tu hijo, tal y como es
No trates de cambiar a tu hijo y hacerlo a imagen y semejanza tuya. Respeta y apoya a tu hijo tal y como ES, que sienta que le queremos por quien es, no por lo que hace. (Expresa “Te quiero y estoy enfadada contigo” en vez de “Te quiero porque has sido un niño bueno”). Transmítele que te sientes orgulloso de él/ella.
Reconoce y respeta sus necesidades
Reconocer las necesidades de nuestros hijos, darles cabida, eso no significa que siempre tengamos que hacer lo que nuestros hijos digan. Significa evitar que la necesidad del padre o de la madre se convierta en la necesidad del hijo, por ejemplo, evitando conductas como hacer que el niño haga pis o caca cuando el padre o la madre lo indica porque sí, cuando el niño nos está diciendo que no tiene ganas; evitar obligar a que bese a amigos/ abuelos con coacción o chantaje; evitar obligarle a que toque un instrumento cuándo a él lo que le interesa es jugar al futbol.
Confía en la autorregulación organísmica
¿Y eso qué es? Confiar que el cuerpo es sabio y sabe lo que necesita. El niño sabe dónde está el límite de su estómago y forzarle a comer cuando nos ha dicho que no quiere más es ir en contra de su autorregulación organísmica. Enseñarle a cuidarse, a que confíe en su cuerpo y a que tenga una buena relación con su cuerpo, no somos únicamente cabeza, somos cuerpo, mente y emoción. Enseñarle a conocer y a honrar su cuerpo, el cuerpo que la vida le ha dado, con sus cosas bellas y sus defectos.
Evita etiquetar
Evita decir que mi hijo es… Tal y cuál. (Ejemplo: “Mi hijo es cabezota”). Las etiquetas son como las profecías auto cumplidoras, es decir, cuanto más etiquetes a tu hijo, más papeletas tienes para que tu hijo se comporte tal y como le has etiquetado.
Escucha, escucha… Y comunícate
Muchos padres se quejan de que sus hijos adolescentes no les cuentan nada, que les tienen que interrogar para conseguir saber algo de la vida de sus hijos, suelen ser padres que cuando sus hijos eran pequeños no hablaron con ellos, no les preguntaron por las cosas que les interesaba o les preocupaba. Hablar no es interrogar para controlar, sino escuchar de lo que hablan, lo que les interesa. Mantén una actitud abierta, receptiva, mantén el interés, (Ejemplo: ¿ah, sí?, ¿y cómo es eso?, me gustaría saber un poco más sobre eso que me están contando).
Comunícate emocionalmente
No es hablar de cualquier de cosa, es hablar desde los sentimientos, de cómo estamos, cómo nos sentimos. (Preguntar ¿Cómo has estado en el colegio?, en vez de ¿Qué has hecho en el colegio?). Los niños que aprenden a identificar y expresar cómo se sienten tienen más confianza en sí mismos, son capaces de solucionar los conflictos antes y tienen más autoestima.
Invierte en su autoestima
Invertir en la autoestima de tu hijo, no significa hacerle creer que es el mejor, eso solamente engorda su narcisismo sin ninguna base en la que apoyarse. Ayudarle a que se conozca en profundidad, qué siente ante las situaciones de la vida y ayudarle a superarse (Expresar: “ya sé que te da miedo tirarte por el tobogán, yo te voy a ayudar, estoy aquí, no me voy”, en vez de “Eres un cagón, todos tus amigos se tiran por el tobogán”). Ayúdale a identificar lo que se le da bien (Ejemplo: “eres muy bueno corriendo, corres muy deprisa”, “eres bueno aprendiendo sonidos de una lengua extranjera”)… y ayúdale a desarrollar lo que le cuesta más o lo que se le da peor (Ejemplo: “te cuesta tener estabilidad en la bici”, “tienes dificultad para diferenciar la b de la v”, “todos tenemos limitaciones a la hora de aprender, no pasa nada, necesitamos tiempo, yo también necesité tiempo para aprender a montar en bici…”)
La autoestima influye en casi todo lo que hacemos en la vida. Las personas con una autoestima alta rinden más en los estudios, son más eficaces en el trabajo y les resultan más fáciles y enriquecedoras las relaciones sociales. Son personas más felices y enfrentan la frustración, los errores, los fracasos y las decepciones tratando de superarse, son más perseverantes. Cuesta cierto trabajo, pero es una habilidad que tendrán de por vida.
Asesoramiento psicoeducativo para padres en Madrid
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