Psicología para mejorar la resiliencia
La vida es pasar por crisis, por un lado, las crisis evolutivas, de crecimiento, y también crisis inesperadas; la vida nos plantea situaciones que, a priori, superan nuestras capacidades: una enfermedad, una ruptura de pareja particularmente dolorosa, la muerte de un ser querido, la pérdida del trabajo, o una pandemia como el COVID-19. La crisis generada por el COVID-19 ha sido tan fuerte porque nos afecta a diferentes ámbitos: social, económico, sanitario, político, espiritual.
Existen diferentes circunstancias que nos pueden llevar al límite y hacer que nos cuestionemos si tenemos la capacidad, la habilidad y la disposición necesarias para continuar adelante. En este punto tenemos dos opciones: dejarnos vencer y sentir que hemos fracasado o sobreponernos y salir fortalecidos, apostar por la resiliencia.
¿Qué es la resiliencia?
El significado de resiliencia, según la definición de la Real Academia Española de la Lengua (RAE) es la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas.
En psicología añadimos algo más al concepto de resiliencia. No sólo gracias a ella somos capaces de afrontar las crisis o situaciones potencialmente traumáticas , sino que también podemos salir fortalecidos de ellas.
La resiliencia implica la capacidad de volver al equilibrio a través de reestructurar nuestros recursos psicológicos sobreponiéndonos a las adversidades que nos tocan vivir.
Para las personas resilientes no existe una vida dura, sino momentos difíciles. Y no se trata de una simple disquisición terminológica, sino de una manera diferente y más optimista de ver el mundo, ya que son conscientes de que después de la tormenta llega la calma. De hecho, estas personas a menudo sorprenden por su buen humor y nos hacen preguntarnos cómo es posible que, después de todo lo que han pasado, puedan afrontar la vida con una sonrisa en los labios.
Resistencia no es lo mismo que resiliencia. Las personas resistentes son grandes “aguantadores” y se terminan rompiendo en las crisis. Las personas resilientes hacen lo mismo que el bambú cuando se siente a merced de un fuerte viento, es decir, se repliegan y vuelven a posición original, incluso consiguen una mejor versión de sí mismos.
¿Quieres aprender a ser una persona más resiliente?
La resiliencia no es una cualidad innata, no está impresa en nuestros genes. La resiliencia es algo que todos podemos desarrollar a lo largo de la vida.
De hecho, las personas resilientes no nacen, se hacen, lo cual significa que han tenido que atravesar situaciones adversas o que han probado varias veces el sabor del fracaso y no se han dado por vencidas. Al encontrarse al borde del abismo, han dado lo mejor de sí y han desarrollado las habilidades necesarias para enfrentarse a los diferentes retos de la vida.
¿Qué caracteriza a las personas resilientes?
Algunas de las características de las personas resilientes:
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Son conscientes de sus potencialidades y limitaciones.
El autoconocimiento es una herramienta muy poderosa para enfrentar las adversidades y los retos, y las personas resilientes saben usarla a su favor. Estas personas saben cuáles son sus principales fortalezas y habilidades, así como sus limitaciones y capacidades por desarrollar. De esta manera pueden trazarse metas más objetivas teniendo en cuenta sus necesidades, y también los recursos de los que disponen para conseguirlas.
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Son empáticos.
Las personas resilientes son capaces de ponerse en el lugar del otro. Son capaces de diferenciar empatía desbordante y empatía. Es decir, son empáticos aunque no se desbordan con lo que le pasa al otro, entre otros motivos, ya no tratan de resolver lo que le pasa al otro.
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Viven en el aquí y ahora.
Las personas resilientes tienen el hábito de estar plenamente presentes, de vivir en el aquí y ahora y tienen una gran capacidad de aceptación. El pasado forma parte del ayer y no es una fuente de culpabilidad y vergüenza, y el futuro incierto no les preocupa.
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Son compasivos.
Las personas resilientes son capaces de acompañar apasionadamente al otro. Son capaces de ser amables consigo mismas y con los demás. La compasión es la forma más elevada de inteligencia.
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Confían en sus capacidades.
Al ser conscientes de sus potencialidades y limitaciones, las personas resilientes confían en lo que son capaces de hacer. No pierden de vista sus objetivos y se sienten seguras de lo que pueden lograr.
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Asumen las dificultades como una oportunidad para aprender.
A lo largo de la vida enfrentamos muchas situaciones dolorosas que nos desmotivan, pero las personas resilientes son capaces de ver más allá de esos momentos y no desfallecen. Estas personas asumen las crisis como una oportunidad para generar un cambio, para aprender y crecer. Saben que esos momentos no serán eternos y que su futuro dependerá de la manera en que reaccionen. Cuando se enfrentan a una adversidad se preguntan: ¿Qué puedo aprender yo de esto?
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Ven la vida con esperanza.
Sentirse esperanzado es clave para poder seguir hacia adelante y no tirar la toalla ante las dificultades y los problemas. Al ser conscientes de que nada es completamente positivo ni negativo, se esfuerzan por centrarse en los aspectos que dependen de ellos y disfrutan de los retos. Estas personas están convencidas de que por muy oscura que se presente su jornada, el día siguiente puede ser mejor.
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No intentan controlar las situaciones.
Una de las principales fuentes de tensiones y estrés es el deseo de querer controlar todos los aspectos de nuestra vida. Por eso, cuando algo se nos escapa de entre las manos, nos sentimos frustrados, culpables, inseguros… Sin embargo, las personas con capacidad de resiliencia saben que es imposible controlar todas las situaciones, han aprendido a lidiar con la incertidumbre y se sienten cómodos aunque no tengan el control. Se centran en cambiar sus emociones, es decir, su actitud antes las circunstancias, en vez de querer cambiar la realidad.
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Son flexibles ante los cambios.
El hecho de que las personas resilientes sean flexibles no implica que renuncien a sus metas y objetivos, al contrario, si algo las distingue es su perseverancia y su capacidad de sobreponerse a las adversidades. La diferencia estriba en que no luchan contra molinos de viento, sino que aprovechan el sentido de la corriente y fluyen con ella. Demuestran la suficiente flexibilidad para adaptar sus planes y cambiar sus metas cuando es necesario. Estas personas no se cierran al cambio y siempre están dispuestas a valorar diferentes perspectivas, sin aferrarse a sus planes iniciales o a una única solución.
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Son personas que construyen fuertes vínculos con los demás. Buscan la ayuda de los demás y el apoyo social.
Cuando las personas resilientes pasan por un suceso potencialmente traumático su objetivo es superarlo, para ello, son conscientes de la importancia del apoyo social y no dudan en buscar ayuda profesional cuando lo necesitan.
¿Quieres mejorar tu resiliencia? ¡Invierte en tu proceso de autoconocimiento! Te acompaño. Soy Elena Cocho García. Psicóloga. Psicoterapeuta integrativa. Coach. Especializada en ansiedad y estrés. Contacto: 660518662 y elenacocho@gmail.com
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