¿Qué es un ataque de pánico?
Es una crisis con una serie de intensísimos malestares físicos (mareos, nauseas, vómitos, palpitaciones, dificultad respiratoria, dolores abdominales, visión borrosa,… )
La persona les da el significado de “muerte inminente” y/ o “me estoy volviendo loco”. El ataque de pánico aparece de forma repentina y la persona no logra vincularlo con ningún acontecimiento previo.
Después de unos minutos, el cuadro cede quedando la persona en un estado de extrañamiento y temor. Si el cuadro se repite, como de hecho lo hace con frecuencia, se sobreañade un estado de aprehensión por temor a que sobrevenga; lo que se denomina “miedo al miedo”.
Desde el punto de vista bioenergético podríamos decir que el síndrome de pánico es una fobia en la cual el sujeto tiene miedo de las reacciones de su propio cuerpo. Las personas con pánico viven su cuerpo como si fuera una amenaza constante.
Las limitaciones del trastorno de pánico
Quien sufre un trastorno de pánico suele comenzar a auto-imponerse restricciones o hábitos con la finalidad de impedir que sobrevengan las crisis, o, en caso de producirse, atenuar sus consecuencias. De modo que evita alejarse de casa, viajar en transportes públicos, acudir a restaurantes o cines, a menos que pueda ubicarse cerca de las puertas de salida, etc.
Los episodios desatan sentimientos de vergüenza y temor a enloquecer, iniciándose entonces una serie de limitaciones vitales importantes, que llegan, a veces, a aislar a la persona de sus actividades habituales. Es frecuente la asociación de las crisis con una progresiva aversión a los espacios abiertos o sitios muy concurridos, lo que se conoce como agorafobia.
En los periodos entre crisis toda sensación corporal puede llegar a ser sospechosa por poder tratarse del inicio de un nuevo episodio. La angustia de la persona aumenta y ésta busca desesperadamente algo que explique y resuelva su sufrimiento; comienza a deambular por consultorios médicos buscando en el cuerpo la causa y la cura.
La respuesta frecuentemente recibida suele ser: «usted no tiene nada«, «sus exámenes clínicos son completamente normales», «deje de preocuparse». Esta nueva situación crea un círculo de incomprensión y frustración ciertamente enloquecedor: la persona percibe que su vida se ha transformado en un calvario por algo que, cuando es puesto a consideración de los médicos, es estimado como inexistente.
El pensamiento en el ataque de pánico
La persona que padece el trastorno muestra ciertas características en su funcionamiento mental que perpetúan el cuadro: la ideación automática y la anticipación catastrófica. Consisten en la asociación instantánea y autónoma entre sensaciones corporales e ideas amenazantes ligadas al tema de la enfermedad, la locura y la muerte, o a pensamientos del tipo «si hago tal cosa, entonces sucederá tal otra». Es, continuamente, una vaga, (aunque inefable), convicción de que algo terrible vinculado a la salud está a punto de suceder.
La persona sufre mucho con esta situación y vive en un estado de vulnerabilidad psicológica, que la hace susceptible de presentar nuevos y diferentes síntomas en la esfera de su vida psíquica. Esta vulnerabilidad está derivada de la dificultad para evaluar adecuadamente la relación entre la amenaza y los recursos con que cuenta para enfrentarla.
El trastorno de pánico es un cuadro derivado de una particular manera de relacionarse la persona con su propia angustia, ya que casi la totalidad de los síntomas se manifiestan en el cuerpo, o a través de él. De hecho, La Asociación Psiquiátrica Americana describe para su diagnóstico del Ataque de pánico trece síntomas, de los cuales sólo dos pertenecen al ámbito psicológico, mientras que los once restantes son corporales.
Terapia para el ataque de pánico
Una de las posibles terapias para abordar el ataque de pánico es la terapia corporal bioenergética trabaja con el cuerpo del paciente, usando diferentes posturas bioenergéticas lo que lleva a que la persona perciba ciertas sensaciones acentuadas, sin necesidad de desconectarse de ellas, disociarlas o escindirlas.
Los terapeutas bioenergéticos trabajamos en el Aquí y el Ahora, esto hace que disminuya la ansiedad y las emociones o sensaciones negativas del paciente, y que pueda atravesar dichas situaciones, que pueda reconocerlas y enfrentarse a ellas. También se proponen ejercicios diarios para que el paciente, en su casa, siga trabajando con su cuerpo.