Crisis en la pareja cuando la mujer es la principal sustentadora de la familia
Actualmente, las mujeres hemos logrado avances importantes en los campos de la educación, el trabajo y la salud. Hay bastante homogeneidad en las aspiraciones y las preferencias de las mujeres y los hombres. Sin embargo, el entorno familiar parece una trinchera que se resiste, de manera persistente, a dejarse penetrar por las ideas y aspiraciones de equidad entre hombres y mujeres.
Antes de la crisis, la gran mayoría de las mujeres europeas no adoptó nunca la identidad del sustentador primario de la familia. Ahora las cosas han cambiado; la crisis ha dejado a más hombres y más «cabezas de familia» sin sus empleos y, por tanto, somos las mujeres las que hemos tomado un rol que históricamente le corresponde al hombre.
¿Se puede lograr la equidad real entre sexos?
Seguramente, la mayoría responderíais que sí, que al menos en los países desarrollados esto sí se produce; sin embargo, ¿Qué ocurre cuando la mujer es la sustentadora principal de la familia? Lo que me encuentro en mi consulta son cada vez más mujeres que sustentan a sus familias.
Debido a la crisis, la mujer se ha convertido en la principal sustentadora de familia en términos económicos. Ha bajado la actividad de muchos hombres, pasando a quedarse en el paro y por tanto a quedarse en el hogar. Algunas parejas eligen que sea el hombre el que se quede en el hogar al cuidado de los hijos, si el sueldo de la mujer es superior al del hombre. Esta situación hace unos años era impensable, primero por mentalidad y segundo porque los salarios de las mujeres históricamente eran inferiores a los de los hombres.
Los hombres, a diferencia de las mujeres que están en su igual situación, no suelen hacerse cargo del 100% de las funciones que implica el entorno familiar (limpieza, cuidado y educación de los hijos, comidas, etc.). Suelen tener ayuda doméstica.
¿Qué les pasa a las parejas cuando es la mujer la que sustenta a la familia?
Los estereotipos de género actúan como una barrera invisible que dificulta la adaptación a los nuevos roles de género de varias maneras:
- Expectativas sociales: Tanto hombres como mujeres crecemos con ideas muy arraigadas sobre lo que significa ser hombre o mujer. Estos roles tradicionales, que asignan a los hombres el papel de proveedores y a las mujeres el de cuidadoras, se resisten al cambio y generan conflictos cuando las realidades de la vida cotidiana no se ajustan a estos modelos.
- Culpa y vergüenza en las mujeres: Las mujeres que asumen roles tradicionalmente masculinos pueden sentirse culpables por no dedicar todo su tiempo a las tareas domésticas y el cuidado de los hijos. Además, pueden enfrentar el estigma social de ser percibidas como menos femeninas o más agresivas. Para compensarlo, las mujeres se sobrecargan con las funciones que no hacen los hombres.
- Autoestima y sentimiento de falta de masculinidad en los hombres: Cuando un hombre se encuentra en una situación en la que no puede cumplir con el rol tradicional de proveedor, puede experimentar una disminución de su autoestima y sentir que ha fracasado como hombre. El hombre está programado para ser responsable de su familia, salvo raras excepciones. Los hombres pueden sentir que no sirven para nada y que no pueden satisfacer a sus mujeres. Esto puede generar sentimientos de frustración, enojo y resentimiento.
- Dificultades en la comunicación: Los estereotipos de género suelen asociar a los hombres con la fortaleza y la supresión de las emociones, mientras que a las mujeres se les permite expresar sus sentimientos de manera más abierta. Esto puede dificultar la comunicación en pareja, ya que los hombres pueden tener dificultades para expresar sus inseguridades o pedir ayuda. Cuando hay sentimientos sin expresar, la comunicación se reduce a lo práctico de la vida y se dejan fuera las emociones; también la ilusión y, ¡cómo no!, la vida sexual de la pareja.
¿Qué necesitan las parejas en crisis por cambios en los roles tradicionales?
Tomar conciencia de que ahora podemos ponernos en el lugar del otro y saber cómo se siente el otro. Una mujer «llevando los pantalones» siente el peso de la responsabilidad profesional y un hombre enfocado en la casa siente el peso del hogar y de los hijos.
- Concientizar sobre los estereotipos: Es importante que tanto hombres como mujeres sean conscientes de los estereotipos de género y cómo estos influyen en sus pensamientos, sentimientos y comportamientos.
- Desafiar los roles tradicionales: Fomentar la flexibilidad y la apertura a nuevos roles y responsabilidades.
- Comunicación abierta y honesta: Fomentar un diálogo abierto y honesto sobre las emociones, las necesidades y las expectativas de cada miembro de la pareja. Expresar sus sentimientos y sus necesidades.
- Apoyo mutuo: Ofrecer apoyo emocional y práctico a la pareja, reconociendo y valorando los esfuerzos de cada uno. Pedir ayuda a familiares y amigos. Apoyarse en la red social. Hacerle la vida más agradable al otro miembro de la pareja.
- Buscar ayuda profesional: Si es necesario, acudir a terapia de pareja puede ser una herramienta valiosa para trabajar en estos temas.
En resumen, los estereotipos de género son una barrera importante que dificulta la adaptación a los nuevos roles de género en las parejas. Sin embargo, al ser conscientes de estos estereotipos y trabajando activamente para desafiarlos, las parejas pueden construir relaciones más equitativas y satisfactorias.
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