Hay montañas que parecen quietas, pero bajo la roca late un volcán.
Así también funciona nuestra psique: bajo la calma aparente, algo puede estar presionando, buscando una salida. Y cuando no encuentra palabras, el cuerpo o la emoción hablan por nosotros.
A veces lo hacen con ansiedad, insomnio, problemas digestivos, tristeza sin motivo o una sensación de desconexión que no sabemos explicar.
El síntoma como mensaje
En terapia, solemos decir que el síntoma es el mensajero, un mensajero que habla en idioma extranjero, por eso, a veces, es difícil entenderlo.
El síntoma es una señal de que algo dentro de ti está pidiendo atención, un intento de equilibrio, aunque no lo entendamos a priori. El síntoma no aparece para castigarte, sino para avisarte: “Aquí hay algo que necesita ser escuchado”.
Por eso, en lugar de silenciarlo, en terapia aprendemos a traducir su lenguaje. Aprendemos a afinar la escucha interna para entender lo que nos pasa.
Bajo una crisis de ansiedad puede esconderse una necesidad de control; tras un insomnio persistente, un miedo a detenerte; detrás de una tristeza profunda, un duelo no reconocido o un deseo de cambio que aún no te has permitido.
Escuchar, no eliminar
La prisa por aliviar el malestar es natural. Todos queremos sentirnos bien, rápido y más en la sociedad actual donde, aparentemente, todo lo que quieres se consigue a golpe de “clic”.
Pero el proceso terapéutico no se basa solo en calmar el síntoma, sino en comprenderlo. Porque aquello que se comprende, se transforma; y aquello que se reprime, se repite.
En consulta, acompañar no es solo ofrecer herramientas para gestionar la ansiedad o el estrés. Es sostener un espacio donde la historia que hay detrás pueda aparecer, con calma, sin juicios. Es permitir que la persona escuche lo que antes evitaba escuchar e integre aspectos escindidos de sí misma.
Síntomas psicológicos y su significado profundo
Cada síntoma psicológico tiene un sentido particular para cada persona. No existe una fórmula universal. Un mismo síntoma —por ejemplo, la ansiedad— puede ser para alguien una llamada a poner límites, y para otro, el reflejo de un vacío emocional.
Por eso, en un proceso terapéutico integrativo, el trabajo se centra en encontrar el significado único que ese síntoma tiene en tu historia.
El síntoma es mensaje y defensa a la vez: se manifiesta para avisar, pero también protege de lo que aún duele demasiado mirar de frente.
Y solo cuando lo escuchamos con respeto y paciencia, comienza a perder su potencia y se desvanece, deja de manifestarse como la rabieta de un niño que pasa y llega la calma.
La importancia de la escucha en terapia
La terapia es, en esencia, un camino de escucha. No solo del terapeuta hacia el paciente, sino del paciente hacia sí mismo. Escuchar lo que uno siente, piensa, teme o evita… es una forma de reconexión. Requiere tiempo, vínculo, paciencia y honestidad. A veces lo que más urge no es lo más importante; y lo que más cuesta mirar, suele ser lo que más libera cuando se comprende.
El proceso terapéutico es como internarse en un bosque sin mapa: al principio no sabes por dónde ir, pero si te detienes y escuchas y miras el entorno, aprendes a interpretar, el camino empieza a mostrarse solo y tú solo tienes que caminar y observar.
Conclusión: abrirse camino escuchando
Un buen terapeuta —como un buen poeta— no impone caminos, los descubre escuchando. Y el síntoma, en lugar de ser un obstáculo, se convierte en brújula. Cuando aprendes a entender su lenguaje, deja de gritar. Y poco a poco, el malestar que antes dolía se transforma en comprensión, presencia y equilibrio.
Si notas ansiedad, cansancio, insomnio o un malestar que vuelve una y otra vez, quizá ha llegado el momento de escucharte con calma.
Te acompaño a descubrir qué hay detrás de lo que hoy te pasa y cómo transformarlo en un camino más claro para tu vida.
Si lo necesitas, puedo acompañarte. Reserva tu sesión y da el primer paso hacia una vida mas equilibrada.





